Por fin han llegado los días de sol, playa y mojito. Los días de vacaciones y desconexión. En definitiva… ¡ya ha llegado el verano! Y no se nos ocurre mejor plan que dar el carpetazo de salida con un viaje a Ibiza. Y no, no nos referimos a esa Ibiza de noche, fiesta y discoteca, sino a esa de calas, playas escondidas, artesanía y puestas de sol. ¿Listos para comenzar el verano por todo lo alto?

Os proponemos una escapada a Ibiza para disfrutar de cinco días distintos. Todo el mundo ha oído hablar de Ibiza. Sí, la isla del descontrol es famosa mundialmente. ¿Pero qué pasa con esa isla más allá de las discotecas? Nosotros apostamos por una experiencia diferente, donde descubrir lugares que solo frecuentan los ibicencos -y que solo unos pocos aventajados conocen- será el plan del día a día de este viaje a Ibiza.

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Samantha Prat en los acantilados del norte de Ibiza haciendo una ruta de trekking

Y es que Ibiza tiene otra cara. La cara de la isla que es tranquila, rural, rodeada de bosque. Una cara donde el tiempo se detiene tomando una deliciosa graixonera en una terraza o contemplando a una centenaria payesa dándole agua a sus ovejas. Serán unos días en los que el misticismo y la espiritualidad serán los protagonistas. Y, quizás, quién sabe, el punto de partida para un amor eterno con la isla blanca.

Aterrizando en Ibiza

La primera imagen desde el avión, cuando ya ha comenzado el descenso, es la de una pequeña isla rodeada de islotes más pequeños con una lengua de tierra al este: Formentera.

A medida que el avión se acerca a tierra se distinguen perfectamente sus innumerables playas blancas bañadas por aguas turquesas. Es Vedrá dando la bienvenida, el puerto de la ciudad con sus grandes yates de lujo y la imponente Torre del Canónigo controlando todo lo que acontece en su territorio. ¡Bienvenidos a Ibiza!

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Vista de Es Vedra, la bienvenida de Ibiza

Es hora de recoger el coche de alquiler y empezar a hacer realidad esta aventura diferente por la isla pitiusa. La playa de Benirrás será el regalo a un trayecto zigzagueante entre colinas y valles. Esta cala de arena gruesa, rodeada de colinas y protegida por rocas es el marco perfecto para iniciar el recorrido. Subirse a lo más alto también tiene premio: impresionantes vistas al mar y a Cap Bernat, conocida entre los locales como el dedo de Dios.

Pero… ¡alerta amantes de la moda! En el camino, hay una parada obligatoria: World Family Ibiza. Este lugar esconde en su interior una firma artesanal donde cada pieza es única y está confeccionada a mano con materiales traídos de todas las partes del mundo. Esta firma ha conseguido subirse a la pasarela parisina, protagonizar las portadas de revistas de renombre y llegar a los armarios de las gurús fashionistas más actuales. Y, por si todo esto fuera poco, la firma fundada por Merel y Alok se tiñe de fuertes valores de unidad familiar que contemplan el mundo como un lugar sin fronteras en el que todos somos iguales a nuestra manera.

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Disfrutando de un atardecer en la cala de Benirrás, Ibiza

Cada domingo en Benirrás se reúnen miles de personas para contemplar la puesta de sol, pero… ¿por qué ir un domingo en lugar de hacerlo el día en el que los verdaderos hippies de la isla tocan tranquilos y disfrutan de este tradicional ritual? Una experiencia auténtica que transporta al espíritu de la isla: una Ibiza al natural, sin aditivos.

Para reponer fuerzas y deleitar al paladar después de la primera toma de contacto, el restaurante Re Brots, en Portinatx, es la opción perfecta. Los cocineros ibicencos -formados formados en una de las mejores escuelas de cocina de España- y su menú de autor inspirado en las tradiciones de la isla son simplemente espectaculares. Probar el tiradito de Sirvia. Ese es nuestro consejo.

El corazón de la isla pitiusa

Para comenzar a disfrutar de los entresijos que guarda el corazón de la isla pitiusa, no hay nada mejor que empaparse de su identidad a través de uno de sus clásicos mercadillos. Porque… ¿qué sería de un viaje a Ibiza sin sus mercadillos? Pero esta vez queremos huir de aquellos más típicos y nos adentraremos en el Mercado de Forada. Aquí solo se encuentran puestos de productos locales, ecológicos y, por supuesto, cultivados por los propios vendedores. Desde verduras de cualquier tipo a mermeladas o ghee de elaboración propia hasta cosméticos o platos realizados con los propios ingredientes del mercadillo, se construye toda una experiencia foodie de lo más artesanal. Lo mejor es ir a primera hora de la mañana. Hace menos calor y así, cuando las temperaturas empiecen a subir, será el momento de poner rumbo a la primera cala.

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Cala des Xuclar, una de las últimas calas vírgenes que quedan en Ibiza

La Cala des Xuclar es una de esas pequeñas calas que aún encontramos vírgenes en la costa de Ibiza. Todo un paraíso para el descanso y para los sentidos. Es una cala cerrada, en la que a ambos lados se extienden zonas rocosas y repletas de pinos. Y es justamente eso lo que le da a esta playa un aspecto tan especial. Eso y las pequeñas casas de pescadores que la rodean. Por eso, es una de esas visitas que hay que hacer en viaje a Ibiza sí o sí.

Toca poner rumbo al puerto de Ibiza para dar un agradable paseo contemplando los yates de las mayores fortunas del mundo, cruzarse con algún famoso de incógnito, subir hasta el Dalt Vila y atravesar las murallas medievales hasta alcanzar la famosa Torre del canónigo para disfrutar de unas vistas espectaculares. Así son los paseos en la isla blanca. La Plaza del Parque es perfecta para hacer una parada y tomar algo fresquito antes de continuar por las callejuelas donde el ambiente es tranquilo, con muchas tiendas de moda Ad Lib, de decoración y muchos restaurantes para todos los gustos.

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Vista panorámica del Puerto de Ibiza

Dicen que nunca se es un auténtico ibicenco hasta que no se prueban los espagueti con gambas de la Pizzería Pinocho… ¡La elección es del viajero!

Viajando por la Ibiza auténtica

Todos los domingos del año, siempre que el tiempo lo permita, se celebra en el centro de Sant Joan de Labritja un mercadillo artesanal. Prácticamente todas las calles del pueblo forman parte de este mercadillo dominical que empieza a las 10:00 y termina a las 16:00.

El mercadillo de San Juan tiene un aura diferente. La autenticidad de los productos que se ofrecen le dan a este hippy market un toque de encanto muy especial. Descubrir sus pequeñas obras de arte, charlar con sus autores, preguntar por los materiales que han utilizado, encontrar desde cinturones de cuero hasta fotografías de la isla, degustar la miel ibicenca, o probarse colgantes y kguras de madera tallada…. En definitiva, encontrar prácticamente cualquier objeto artesanal. Y, a partir de las 12:30 comienza la actuación de un grupo de música que pone el ritmo cada domingo.

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Vista de la recóndita Cala Serra, rodeada de rocas y vegetción, en Ibiza

El sol empieza a apretar y lo mejor es poner rumbo a alguna playa ibicenca. La Cala d’en Serra está realmente escondida, rodeada de bosque y con un color de agua impresionante. Es ideal para hacer snorquel y está rodeada de mini playitas accesibles solo nadando. El chiringuito, además, es bueno, bonito y barato. ¿Qué más se puede pedir para una buena escapada a Ibiza?

Por la tarde, cuando el sol ya empieza a caer y después de disfrutar de otro atardecer de ensueño en la isla pitiusa, Santa Gertrudis aguarda impaciente la llegada del viajero. Pero aprovechando el trayecto es parada obligatoria Sluiz, un lugar cuya definición es casi imposible: una concept store en la que sus extravagantes exposiciones de distintas temáticas, sus productos que no pasan desapercibidos o su decoración ambientada en distintas épocas cada temporada son la carta de presentación perfecta para disfrutar de una buena copa o hacer alguna compra rara inolvidable.

Ahora ya sí toca aparcar el coche a las afueras del pueblo blanco de Santa Gertrudis y caminar por sus calles peatonales. La infinidad de terrazas con encanto, las pequeñas tiendas y hasta una iglesia de cuento crean un ambiente muy tranquilo e ibicenco.

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Una de las calles del pueblo de Santa Gertrudis de Fruitera, con la iglesia al fondo

Un buen lugar para cenar es Can Costa, un rincón emblemático de la época hippie que aún conserva un sabor especial y lugar de peregrinaje para cualquier ibicenco que se precie. Sus bocadillos de jamón son famosos en toda la isla.

Namasté, Ibiza

La escapada a Ibiza va llegando a su fin y hay que exprimir las últimas horas. La playa de S’aigua blanca es muy diferente a las calas anteriores. Es una playa abierta y está formada por infinidad de mini calas. Su composición es perfecta ya que la sensación de intimidad es constante. Arena blanca, mar abierto y propiedades medicinales. Así es, en esta playa hay unas rocas que a mezclar su arenilla con agua crean una especie de barro que deja la piel muy suave.

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La playa de S’aigua Blanca, en la costa de Santa Eulalia, está abierta al mar

Cala Mastella, una idílica playa rodeada de bosque e ideal para hacer snorquel presume de tener uno de los restaurantes más solicitados de la isla. Y no, no es por un precio elevado ya que está en gama media, sino porque solo tiene un plato: el Bullit de Peix de El Bigotes. Hay que probarlo sí o sí.

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Cala Mastella, en Santa Eulalia del río

El Night Market de Las Dalias será el lugar de la despedida. Lo bueno de ir al mercado nocturno es que no está tan concurrido como el diurno, hace menos calor, hay actuaciones en directo y, además, se puede cenar en uno de los dos restaurantes que hay en el mismo interior del recinto. La zona de street food con una gran variedad de cocina de todas partes del mundo también es una muy buena opción para empezar a decirle adiós a una escapada diferente a Ibiza.

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Samantha Prat en la excursión a Illetes, Formentera, desde Ibiza

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