Después de la ruta del blues por Estados Unidos hoy quiero dar un salto más al sur y llegar hasta Brasil. Y es que fue allí donde me enamoré de la ruta de la Bossa Nova en Rio de Janeiro. La primera vez que mis pies pisaron Rio de Janeiro creía que mi corazón iba a estallar, no me lo podía creer, mi ciudad soñada, por fin estaba aquí y quería disfrutar de todo al máximo: ver sus playas interminables, ir al centro, ver una puesta de sol desde Pão de Açúcar, entrar en el mayor santuario de fútbol del mundo, el grandioso Maracaná, comer, bailar, todo esto y más, mucho más. Lo tenía claro, mucho me quedaba por descubrir y disfrutar en esta maravillosa ciudad. Y es que si de algo estaba segura es de había mucho que ver en Rio de Janeiro.

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Vista aérea de la bahía de Botafogo, Río de Janeiro

Como era tarde y el aeropuerto estaba lejos, decidí coger un taxi para trasladarme a mi primer destino: el barrio de Copacabana. Mientras me dirigía allí, observaba los prominentes edificios en la parte baja, la que está más cerca del mar, en el horizonte abruptas montañas con millones de casas amontonadas entre sí. Era increíble ver estas casitas que lo cubrían todo, parecía un decorado, todas colgadas y juntas, muy juntas, unas encima de otras. Su nombre, “favelas”.

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Vistas de la Favela da paz Antônio Pereira, Rio de Janeiro

La bienvenida de Rio de Janeiro: una puesta de sol de ensueño

Ya estaba aquí en la llamada “Ciudad Maravillosa” viendo cómo todo está rodeado de una naturaleza desbordante, bañada por una enorme línea de costa y salpicada por lagunas y montañas que crean un paisaje único, por lo que el espectáculo es brutal, pero aún podía mejorar con una puesta de sol que jamás imaginé y que nunca podré olvidar.

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Viendo caer el sol, ante mí, a quien más buscaba, al que más deseaba que me diera la bienvenida, ahí estaba, ese Cristo que yo conocía tan bien, ese que es una de las siete maravillas del mundo, el del cerro Corcovado, el que yo con ansia buscaba con la mirada y que apareció ante mi observándome, desde lo alto y dándome ese recibimiento que yo deseaba… ¿Puede haber algo más mágico? Este es sin duda uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Me quedé sin respiración y jamás podré olvidarlo.

Recordé cuando me hablaron de esta ciudad por primera vez, no tendría más de siete años. Un día encontré una caja con unas monedas raras y una figura de Cristo con los brazos extendidos y pregunté: «¿Qué es esto Julián?» Mi padre me contestó: “Son recuerdos de cuando viví en Rio de Janeiro”. Se emocionaba contándome historias de sus vivencias durante los cuatro años que estuvo en Brasil, me enamoraba oírle hablar en portugués, la Samba y la Bossa Nova siempre sonaban en mi casa y, mientras crecía, me daba cuenta de lo enamorado que estaba de la que él llamaba A cidade mais maravilhosa do mundo.

Copacabana, el barrio de Rio de Janeiro donde nació la Bossa Nova

Después de viajar a Brasil y comprobarlo en persona puedo asegurar que no le faltaba razón. Y ese Cristo, que no entendía bien por qué se emocionaba tanto al enseñármelo, despejó todas mis dudas la primera vez que lo visité en persona. No hay mejores vistas en el mundo que las que tiene el Cristo de Corcovado, me estremecí cuando vi la ciudad de Rio de Janeiro a mis pies y fue entonces cuando entendí por qué es una de las siete maravillas del mundo. No es el Cristo; es la vista que tiene.

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Cuando miré, no podía dar crédito al comprobar que tenía ante mí… «A cidade mais maravilhosa do mundo». Bajé del taxi en el lugar de mi primer alojamiento, en el barrio donde nació La Bossa Nova, Copacabana. Ya estaba en Beco das Garrafas, nombre atribuido a un cruce de la calle Duvivier con la Avenida Atlántica donde a pocos metros se ubicaban varios bares que hicieron famosos los talentos musicales de la década de los 50 y 60.

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La playa de Copacabana y la avenida Atlántica de Río de Janeiro

Es aquí donde se alojó la mismísima Janis Joplin. Ella quería conocer también dónde nacieron esos sofisticados ritmos populares brasileños, esos que consiguieron un pasaporte diplomático para seducir al mundo entero. Los culpables: el trío formado por Antônio Carlos Jobim, João Gilberto y Vinícius de Moraes.

La estancia de Janis duró poco ya que tres días más tarde la invitarían a marcharse del hotel por bañarse desnuda en la piscina. Un amigo la invitó a su casa en Leblón, el barrio más exclusivo de Río de Janeiro. El barrio donde viven los personajes ricos y famosos que eligieron esta ciudad para echar raíces.

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La playa de Ipanema y los edificios del barrio del exclusivo barrio de Leblon de Rio de Janeiro

Miré el hotel, respiré profundamente y pensé que solo necesitaba dos cosas, una ducha rápida y salir a la calle para saborear unos buenos bolinhos de bacalhau y carne de sol com aipim frito. Me puse en marcha en menos de media hora y qué mejor sitio para cenar en Rio de Janeiro que Boteco Belmonte, este restaurante es toda una institución para picar algo y disfrutar de socializar. Abrió sus puertas en 1952 y hay varios por toda la ciudad, pero yo tenía muy claro al que quería ir esa noche, al local que se encuentra situado cerca de los famosos Arcos de Lapa. Lo primero que me encontré fue mucha gente y una larga espera para poder comer algo, pero valió la pena ya que fue mi primer contacto con los cariocas, compartiendo con ellos conversaciones, risas y algún baile.

Lapa, el corazón de Rio de Janeiro

Como estoy hablando de música, y ya que estoy aquí, tengo que describir el bohemio barrio de Lapa. ¿Te preguntas por qué? La contestación es fácil, es aquí donde late el auténtico corazón de la ciudad. En una típica noche de viernes en Lapa, la música emana de los antiguos edificios coloniales a medida que las calles se llenan de gente que sale de marcha, frecuentando bares y viejos teatros de variedades en busca del alma de la Samba. A la vuelta de la esquina, una larga hilera de tiendas de antigüedades se combina con clubs de jazz mientras los sonidos de la Bossa Nova llenan las mansiones, suavemente iluminadas.

La escalera de colores de Selaron, en el barrio de Napa de Rio de Janeiro

Disfruté toda la noche como lo hacen los cariocas, me dejé atrapar. Bailar, reír, el ritmo y el colorido es increíble, habla mucho de la cultura de esta ciudad, alegre, viva, acelerada y divertida. La samba corre por las venas de quienes viven en Río de Janeiro, y no es solo algo con lo que se nace, es tan maravilloso que se contagia. Era mi primera noche, pero no desaproveché el tiempo y conocí varios lugares que quedaron en mi corazón para siempre. Lugares a los que regreso siempre que viajo a esta bella ciudad.

Las playas de Rio de Janeiro, el alma de la ciudad

El Carnaval, las playas y el Cristo Redentor son el emblema de Río de Janeiro. La ciudad no se puede entender sin ninguna de estas tres cosas. Pero si tuviera que quedarme con una estampa que resuma el carácter de esta ciudad sería la de la gente disfrutando al sol en sus arenales. Las playas de Río de Janeiro son algo que hay que ver, son el alma de la ciudad, el balcón al mar de una urbe que vive por y para ellas. Lo que las diferencia de otras ciudades es que forman parte de la personalidad y del carácter carioca. Los habitantes de Río no conciben su vida sin sus playas y eso se nota. Son el lugar para ver y ser visto, para quedar con los amigos, para practicar deporte o simplemente para relajarse un rato.

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Lugareños jugando al fútbol en la playa de Ipanema, Río de Janeiro, Brasil

Me despierto con muchas ganas de saborear la playa y de tomar el sol un rato. Así que decido acercarme a la popular playa de Ipanema. Cuando llego, me tumbo con un gran cucurucho repleto de fruta, mientras observo a los cariocas disfrutar jugando a fútbol y es que aquí todo el mundo juega a este deporte increíblemente bien, cuando intento mirar el horizonte lo único que veo son pelotas de fútbol volando por todas partes. También se puede ver pasear a las garotas con sus tangas minúsculos, pienso: “Menudos bragones llevo, y eso que cuando los compré en España parecían pequeños, en cuanto pueda me compro un tanga brasileño”. En las playas de Rio de Janeiro es fácil mezclarse con la gente, les gusta hablar con los desconocidos, se ponen enseguida a cantar y bailar, es muy divertido. No hay mejor lugar que Ipanema para contemplar este espectáculo tan especial. Y pensar que por esta playa en el año 1962 paseaba la famosa garota y que pocos años más tarde el que disfrutaba aquí era mi padre con su novia mulata… Siempre me contaba cómo disfrutaba de esta playa y que después de una gran noche de locura en pleno carnaval se venía aquí a terminar la fiesta y dormir un rato.

Río de Janeiro y la Bossa Nova que dio fama a su playa

Qué mejor lugar para comer después de disfrutar de un buen día de playa que en “El bar Veloso”, posteriormente conocido como “Bar Garota de Ipanema”. Este bar era frecuentado por Tom Jobim y Vinicius de Moraes en los 60, el bar Veloso pasó a llamarse Garota de Ipanema cuando el tema ya era un hit internacional. Fue en una de esas mesas donde nació la letra en homenaje a una joven vecina del barrio.

Se trata de la canción dedicada a esa chica “tan linda y tan llena de gracia” a la que han cantado en prácticamente todos los idiomas.

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Esta es la bossa nova que consiguió dar fama a esta playa de Río de Janeiro, además de poner la música a los andares femeninos en todas las playas del mundo. La han versionado desde Frank Sinatra, Sepultura, Nat King Cole, Cher, o Amy Winehouse. Está considerada la segunda canción más influente del siglo XX y está en el puesto número cuatro de la lista de las canciones más versionadas del mundo.

Aquí la bossa nova sigue viva en todos los detalles del bar. Me emocioné mucho al ver la partitura de Garota de Ipanema sobre la mesa donde Tom y Vinicius la escribieron.

Todo un regalo poder pasar un rato en el lugar donde estos artistas se reunían tantas veces, pero ya tenía claro cuál sería mi próxima parada: el lugar donde se conocieron, Casa Villarino.

Entre semana siempre me gusta dar un paseo por el barrio más histórico. En el centro de Río conviven pasado, presente y futuro y se pueden observar casonas de estilo colonial de la época del Imperio que se mezclan con los edificios de oficina. Lleno de agitación durante los días laborables, el centro de Río bulle de vida cuando por sus calles transitan sin descanso miles de trabajadores, vendedores, estudiantes, turistas y otras personas que frecuentan sus bares, restaurantes y centros culturales. Siempre que paso por aquí me encanta tomar algo en Casa Villarino. Muchos son los que dicen que la expresión bossa nova nació en este lugar.

Fue en una de las mesas de este bar que, en el verano de 1956, tuvo lugar el encuentro crucial entre el poeta Vinicius y el joven Tom. De este encuentro saldría el primer gran éxito de “la nueva música brasileña”, la banda sonora de Orfeu negro (Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera en 1960). Hoy, su espacio se ha duplicado y sigue siendo un local tradicional de encuentro de artistas e intelectuales.

Santa Teresa, el barrio barrio hipster de Rio de Janeiro

Al salir de casa Villarino me gusta dar un paseo por uno de los barrios que más me enamoran, Santa Teresa. Este es el barrio más libre y alternativo de Río de Janeiro, el barrio artístico por excelencia. Tomar el famoso tranvía que asciende a Santa Teresa y vagabundear por sus calles adoquinadas, admirando las paredes decoradas con arte urbano, las pequeñas tiendas de artesanías, cámaras fotográficas y ropa vintage. Después de mi primera visita a Rio, decidí que siempre que regresara, visitaría Santa Teresa, me gusta disfrutar de su vida de barrio, parar en alguno de sus artísticos cafés para descansar y saborear uno de los sitios más mágicos de esta gran ciudad.

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Obreros trabajando en las calles del barrio de Santa Teresa, Rio de Janeiro

Río de Janeiro, la ciudad con la mejor música en directo del mundo

Siempre termino en el Mercado das Pulgas donde disfruto de noches de samba y de comer la mejor feijoada de todo Río de Janeiro, en el Bar do Mineiro. Después, solo tengo que recorrer andando los veinte minutos que me separan de la escalera de Selarón, la famosa escalera de colores de Río, que une Santa Teresa con el barrio de Lapa. Ya bajada la escalera solo queda seguir disfrutando con la Bossa Nova, la Samba, el Jazz y el Forró que invaden todo con sus canciones. La música es parte importante de la cultura local, de hecho, Río ha sido considerada como la ciudad con mejor música en vivo del mundo.

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Hombre tocando música en directo cerca de la playa de Ipanema, Rio de Janeiro

Y es que si hay algo que tengo que claro es que en Rio de Janeiro siempre queda algo que ver, que sentir, que experimentar. Y yo lo tengo claro, volveré de viaje a Brasil siempre que pueda. Y tú, ¿ya has visitado el país con la mejor música en directo del mundo?

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