Nuestro país tiene la fortuna de estar impregnado de innumerables edificios monumentales, pero viajar por el rico legado cultural de España es mucho más que únicamente estas arquitecturas. Otros patrimonios, como el industrial o natural, van ganando posiciones en esta nueva sociedad con conciencia ecológica.

Así que hoy vengo a inspiraros con 8 enclaves patrimoniales que implican en sí mismos un planazo, más allá de la mera contemplación de los muros de nuestra historia.

1. Salinas de Añana, Álava

6.500 años es el tiempo que las investigaciones arqueológicas han datado como productor de sal a este valle alavés. Desde entonces, la salmuera (agua con alto contenido en sal) que sale de los manantiales es conducida hasta las terrazas de evaporación donde, tiempo después, se obtiene la sal.

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Las Salinas de Añana en Álava fotografiadas por Libe Fernández.

Bonus track. Del mismo modo que «los baños de mar» tienen propiedades terapéuticas, también las tienen los baños en salinas de interior. El spa salino del Valle Salado de Añana es un 2×1 en experiencias. Además de los beneficios que supone sumergir manos y pies en esta salmuera, te sentirás en plena faena, como los salineros que antaño trabajaban estas eras.

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Libe en las Salinas de Añana, Álava, País Vasco.

2. Canteras de s’Hostal – Líthica, Menorca

En Menorca existe un lugar menos publicitado que los poblados talayóticos y esas calas de aguas cristalinas: las Canteras de s’Hostal – Líthica.

Estas canteras son un universo laberíntico tallado en el terreno, fruto de la extracción manual y mecánica de la piedra de marés para su uso en la construcción. Son la huella del trabajo del hombre en el paisaje y un patrimonio salvado de la desaparición y regenerado como jardín botánico y centro cultural.

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Las Canteras de s’Hostal, Líthica, en Menorca fotografiadas por Libe Fernández.

Bonus track. Estas paredes son testigo de actuaciones de canto gregoriano (por mujeres), teatro, conciertos de música clásica, manifestaciones de land art… También ofrecen visitas auto guiadas. Para ello, facilitan tres circuitos que recorren este paisaje, uno de ellos 100% accesible. Por cierto, existe la posibilidad de apadrinar una de las rodonas del laberinto y aportar tu «granito de piedra» en la conservación de este patrimonio.

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Libe en las Canteras de s’Hostal, Líthica.

3. Parador de Cuenca, Cuenca

Alojarse en un parador es viajar en el tiempo, pero gozando del confort del s.XXI. Este hotel es un convento ubicado en un alucinante emplazamiento en la Hoz del Huécar, un compendio de escarpadas paredes y frondosa vegetación a las afueras de la ciudad, mirando hacia las mágicas casas colgadas.

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Vista panorámica del Parador de Cuenca. Foto tomada por Libe Fernández.

Bonus track. Cuando llegó la hora de dejar la habitación pensé: ¿Y si me quedo aquí para siempre? Vivir en un convento -pero con un servicio de recepción amabilísimo disponible las 24 horas-, con un claustro repleto de cipreses al son de una fuente, su confortable cama, tomando el café en la antigua capilla y el morteruelo en el refectorio, el mismo lugar donde comían los monjes. ¿Te imaginas?

Fotografía del interior del Parador de Cuenca tomada por Libe Fernández.

4. Caminito del Rey, desfiladero de los Gaitanes, Málaga

El Caminito del Rey fue la vía de servicio estrecha que se construyó para que los trabajadores se desplazaran desde la presa del Conde de Guadalhorce hasta la hidroeléctrica de El Chorro. Toma el «nombre con tintes reales» a partir de 1921, cuando el rey Alfonso XIII acudió a la inauguración de la presa a través de dicho camino.

Desde el 2015, el que fuera uno de los senderos más peligrosos del mundo, se ha convertido en una atracción turística, una puesta en valor con sumo respeto medioambiental e histórico. Para mí, visitar el Caminito del Rey es un imprescindible dentro de nuestras fronteras.

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El Caminito del Rey, Málaga. Foto de Libe Fernández

Bonus track. Bienvenida sea la desconexión: allí no solo no hay cobertura sino que el politono -¿Qué fue de ellos?- del teléfono lo sustituyes por la nada o, en su defecto, por los gorjeos de buitres. Es una ruta sencilla y por buen terreno en la que basta con llevar un calzado cómodo. Abstenerse personas con respeto a las alturas ya que en algunos puntos hay un vacío de 300 metros bajo los pies, lo que lo hace muy apetecible para los viajeros que buscan un pelín de adrenalina. ¡Quién dijo vértigo!

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Libe Fernández recorriendo en Caminito del Rey, Málaga.

5. Monasterio de San Pedro de Arlanza, Hortigüela, Burgos

¿Por qué será que los sitios abandonados son tan apasionantemente fotografiables y reclamo para todo tipo de público?

Pasear por los restos de este monasterio es algo así como viajar por la evolución de la arquitectura: época medieval, Renacimiento, Barroco… Desde que los monjes lo abandonaron,  tiene en su haber múltiples derrumbes y expolios, como los fragmentos de las pinturas murales de la sala capitular (s. XIII) que se dispersaron entre el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard y el Museo Metropolitano de Nueva York.

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El Monasterio de Arlanza fotografiado por Libe Fernández.

Bonus track. Las visitas corren a cargo de voluntarios de la Asociación Tierra de Lara quienes, por amor al arte, siguen divulgando la historia ocurrida dentro de estos muros. Ellos contextualizan con una pasión desbordante los diferentes momentos vividos en el monasterio, también denominado ‘cuna de Castilla’, ya que fue uno de los centros monásticos más importantes del condado de Castilla.

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Libe disfrutando de su visita al Monasterio de San Pedro de Arlanza, en Hortigüela.

6. Castillo de Sancti Petri, Cádiz

Esta fortaleza está ubicada en un islote situado al sur de San Fernando, en la bahía de Cádiz, donde los historiadores ubican el templo legendario de Hércules (s. XII a.C.). Un enclave rodeado de tantas leyendas al que Iker Jiménez no ha podido resistirse, dedicando uno de sus programas a la búsqueda en este lugar del oráculo del dios Melkart en este lugar.

Han sido numerosas las civilizaciones que han hecho suyo este territorio, al considerarse un posicionamiento estratégico tanto para mercaderes como para guerreros. La fortaleza, tal y como ha llegado hasta nuestros días, se inicia en el s. XIII con la construcción de la torre. La estructura del castillo fue ampliada y modificada para mejorar su capacidad artillera desde el s. XVI hasta comienzos del s. XIX.

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El Castillo de Sancti Petri en la provincia de Cádiz. Foto de Libe Fernández.

Bonus track. Al castillo puedes llegar en barco, pero te recomiendo hacerlo en kayak, lo que añade a este plan cultural un extra deportivo. Tiene su punto tocar tierra firme desde tu propia «embarcación» tal y como lo hacían los marinos.

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Libe haciendo kayak en el trayecto hacia el Castillo de Sancti Petri.

7. Teatro de Mérida, Badajoz

El Teatro romano de Mérida fue construido entre los años 16 y 15 a. C., y recuperado a principios del siglo XX. Hasta entonces, lo único que no se encontraba enterrado bajo toneladas de tierra y escombros eran los siete cuerpos de las gradas superiores o summa cavea, razón por la cual los emeritenses bautizaron aquellas ruinas como «Las Siete Sillas». Hoy es una de las sedes del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, una experiencia cultural que sí o sí recomiendo.

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Foto tomada por Libe durante la chistosa adaptación de las Tesmoforias de Aristófanes, en el teatro de Mérida.

Bonus track. Piel de gallina (palabrita) es la consecuencia de asistir a una función de teatro en este escenario. Por la noche, disfruté de una chistosa adaptación de las Tesmoforias de Aristófanes. Y la mañana siguiente, durante la visita a plena luz del día, el teatro sorprendió engalanado para la siguiente obra: Los Gemelos de Plauto. Sin duda alguna, una forma diferente (y a todo color) de conocer este conjunto monumental de Mérida.

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Foto tomada por Libe durante la obra Los Gemelos de Plauto, en el teatro de Mérida.

8. Camino de Santiago a vela, La Coruña

De los creadores de El Camino de Santiago a bici y en caballo llega el Camino «a vela». Una nueva modalidad de peregrinación que, desde hace 4 años, también permite obtener la Compostela: diploma oficial expedido por la Catedral de Santiago que certifica la realización del peregrinaje. Para ello es necesario completar al menos 100 millas náuticas y una última etapa a pie.

Y, aunque hacer El Camino a vela pueda parecer algo chocante, la realidad es que el primer camino fue por mar. Tal y como cuenta la tradición, lo hicieron los discípulos Teodoro y Atanasio trayendo el cuerpo de Santiago Apóstol en una barca de pedra.

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Fotografía tomada por Libe durante su Camino de Santiago a vela.

Bonus track. Pasar una media de 8 horas/día navegando parece una especie de penitencia, más cuando en algunas etapas luchas contra viento y marea. Pero superados los temporales y las horas muertas en alta mar, siempre llega la recompensa: llegar a puerto y descubrir la cultura y gastronomía de cada pueblo costero, La Coruña, Muxía, Muros, Vilanova de Arousa, Padrón. ¡Buen camino!

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Libe haciendo el Camino de Santiago a vela.

*La Alhambra

Pese al stendhalazo que supone una visita a La Alhambra, parece imposible enamorarse de otros patrimonios españoles más modestos, pero ya hemos visto que los flechazos surgen cuando uno menos se los espera.

Bonus track. Los clásicos nunca mueren y La Alhambra es un locura. La foto que ves no tiene trampa, ni Photoshop, ni turistas. Contemplar este enclave patrimonial en grupo único y reducido es posible siempre y cuando optes por la visita nocturna (además, con extra de olor a azahar). ¡Toma nota!

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La Alhambra de Granada fotografiada por Libe Fernández.

Surcar los mares en vela para conseguir la Compostela tras un Camino diferente, conquistar el Castillo de Sancti Petri en la Bahía de Cádiz, darse un baño terapéutico en las salinas vascas de Añana o incluso perder el vértigo en el Caminito del Rey. ¿Con cuál de las 8 experiencias culturales por España de las que hemos hablado te quedas?

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